“Hay una orientación pero esa orientación no es un sentido”

por Leonora Troianovski 

 

Referencia al Seminario 23 de Jacques Lacan «El sinthome», en el Capítulo VIII “Del sentido, del sexo y de lo real”, (Ediciones Paidos, pag. 119)

En el capítulo VII, Lacan nos habla de la puesta en escena de Le portrait de Dora, de la que destaca la realización sobre el libreto: “la realidad de las repeticiones es lo que ha dominado a los actores”.  Llama “histeria rígida”, a lo que allí se muestra, y lo diferencia de la histeria tal como la definíamos hasta ahora, la histeria “de a dos” –bajo la lógica de la articulación simbólica, la relación entre el sujeto y el Otro.

Encuentra en esta puesta en escena una nueva perspectiva, donde se muestra la histeria  “reducida a un estado “material”.

Esto dice algo de lo que quiere transmitir: se trata del pasaje, de pensar en términos de orden simbólico (articulación significante, el sujeto y el Otro, lo que hace pareja) a un nuevo orden (R,S,I).

Tomando sus propios términos, ubica un deslizamiento que nos conduce de la cadena al nudo. Esto tiene toda su importancia ya que este deslizamiento y lo que él inaugura, son condición para que lo real adquiera un estatuto propio –condición, as u vez, para hacer de él una orientación.

Lo real será un orden entre los otros dos (ya no estamos en la primacía de lo simbólico, de un registro sobre los otros), es también algo que se presenta en la experiencia analizante y que Lacan quiere hacernos palpar –ya que a él no se accede por la vía del pensamiento. Pero hay más, el nudo mismo como soporte inaugura un nuevo espacio donde situar la experiencia: “lo real no puede ser sólo uno de los redondeles de cuerda… la manera de presentarlos en su nudo de cadena es lo que constituye enteramente lo real del nudo”. P. 105.

En este deslizamiento hay un pasaje del plano al espacio, de la geometría euclideana a la topología: lo que introduce el agujero. Lacan hará del agujero una instancia central alrededor de la que reordena los elementos que constituyen al parlêtre.

Este pasaje del plano al espacio permite diferenciar el círculo del anillo, que inaugura otro sostén. El nudo le sirve para presentarnos este sostén que aloja lo real de la experiencia y que la primacía de lo simbólico dejaba fuera (dejar fuera en tanto no hacía de ello su orientación).

Aquí encontramos la diferencia entre demostrar y mostrar: el primero se mantiene en la lógica del significante y la representación, se apoya en la metáfora. Mostrar, en cambio permite dar su lugar a lo real, por ejemplo, por medio de los enredos con el nudo. Sabemos que Lacan hará del embrollo uno de los modos de relación con lo real.

El pasaje del demostrar al mostrar implica una operación precisa: el vaciamiento. Aquí se sirve de la materialidad del significante, es decir de la dimensión de la letra, lo escrito, para hacernos pasar al otro lado, – como Alicia: toma los significantes Évidence/ Évidement, evidencia/vaciamiento y nos hace notar que la evidencia nos detiene.

De ahí su interés por el nudo, como portador en acto de eso, de otro orden, que quiere transmitir. 

Para mostrarlo nos presenta una cadena borromea en esfera armilar, que es un objeto tridimensional con el que experimentamos el obstáculo de quedarse en el nivel de la evidencia. P.109 

No basta con colorear los hilos para saber de qué objeto se trata ya que si lo damos vuelta, lo interior se vuelve exterior. Este objeto nos introduce a una nueva dimensión: salimos del todo al que invita el círculo y entramos en el no todo, el espacio abierto, no finito, que comporta el agujero del objeto ubicado en el espacio.

Para identificar ese objeto (señalando lo que es interior-exterior en cada caso), se hace necesario además de los colores, señalar el sentido.

En este punto, es donde plantea la pregunta de la relación de lo real con lo verdadero. Aquí cabe recordar el título del capítulo: “una falacia que es testimonio de lo real”, de esta falacia concluirá que: “lo verdadero sobre lo real es que lo real no tiene ningún sentido”. P114.

Pero ¿cómo entender esto? Antes ha afirmado que “hace falta señalar el sentido”, lo que sería una contradicción; pero nuevamente encontramos la salida por la vía del equívoco: entre el sentido -del sens y el sentido -que indica la dirección, la orientación. Así nos hace entrar de cuatro patas en la cuestión de la orientación. Vemos que no es fácil decidir en qué orientarse.

Lacan plantea la pregunta acerca de ¿cuál es la relación del sentido con lo que se escribe aquí como orientación? Y nos responde que es el tiempo. El tiempo sería la relación entre el sentido –como sens- y el sentido como orientación – sens que se escribe… P.114

Una vez nos ha metido en el embrollo, para mostrarnos de qué se trata, preparando el camino, nos presenta esto que “nos detiene” bajo las gracias de lo “evidente”, esta vez respecto de la relación entre los sexos -el título del siguiente apartado es: Del sentido, del sexo y de lo real-: entonces habla del “color de hombre”o el “color de mujer”, pero señala que el color no tiene ningún sentido (no nos orienta ciertamente), sino que implica una apariencia (evidencia).

Podemos pensar que se trata de la dificultad de abordar la relación entre los sexos, en tanto allí no hay una escritura, pues eso no cesa de no escribirse. Con el “color” no basta para introducir la certeza. Entonces nos recuerda que “del lado de la mujer no hay el significante, por eso es no toda”; vemos cómo empieza a repartir los términos en este nuevo espacio que ha creado y que es “no todo” “sentido”, sino que, en él, hay lugar para otra cosa.

Toma a Joyce como ejemplo y señala que la mujer es extraña para él, “no tiene sentido” –no se orienta con ella, podemos agregar. Lo que ha presentado del nudo y Joyce, le sirven como soporte para introducir los términos de la no relación y del lugar de la mujer como ex -sistente al sentido, al orden significante.

Hemos de recordar que en su última enseñanza Lacan propone la existencia como concepto, escribiéndola con un guión: Ex –sistencia. Y es en relación a ella que afirmará que lo real ex –siste al sentido, es decir que se circunscribe como “fuera de”, habilitando otro espacio, otra dimensión –fuera de la debilidad mental que implica el sentido.

Entonces ordena al hombre como “portador de la cadena significante” y pone a la mujer del lado de lalengua ¿qué pudo guiar a uno de los dos sexos a la prótesis del equívoco y que hizo que el conjunto de las mujeres engendra lalengua? El equívoco es así definido como prótesis que guía, orienta, entre dos dimensiones; diferentes y disjuntas, que en se juntarían con la prótesis de lo escrito.

Lacan vuelve a la cadena borromea, al nudo, para situar el agujero. Podemos pensar que el agujero es central en la última enseñanza porque es soporte, y muestra, lo disjunto de los tres registros.

Decíamos que el nudo, a diferencia del círculo, permite ubicar el agujero. Aquí habla de la “verificación del falso agujero”, cuando algo lo atraviesa, por ejemplo una recta que pasa por medio del círculo; esta verificación lo transforma en real (al agujero).

Podemos pensar en el autismo –a nivel del agujero que no se verifica, ahí donde el lenguaje no llega a morder lo real, la psicosis – a ubicarla en relación al cuarto nudo, no al agujero(¿) para encontrar las diferentes formas en que esto se puede jugar, haciendo aparecer el soporte a partir de ubicar las diferencias. Hemos de recordar que si Lacan se enreda con esto es porque le permite dar cuenta de los elementos en juego en la práctica clínica.

Dirá que es el falo quien tiene la función de verificar que el “falso agujero” es real, y  tiene esta función por ser el sostén de la función significante -crea el significado. Podemos preguntarnos si lo “falso” del agujero remite no tanto a su veracidad o mentira sino a la temporalidad que implicaría su verificación, tomando la referencia anterior, donde afirma que es el tiempo lo que relaciona sentido y orientación: podríamos leer aquí la temporalidad del anudamiento subjetivo.

 

Capítulo VIII  Del sentido, del sexo y de lo real.  Orientación de lo real, forclusión del sentido. P. 118 

Un fragmento de real es lo que Lacan querría darnos, en cambio nos ofrece algo que cree es razonable. 

Habla de su interés por Joyce ¿cómo presentarlo?… lo presenta como objeto, “maleable” (aquí no lo presenta en tanto hombre). Entonces nos habla del lenguaje, donde las relaciones se presentan en “epítetos”, que inducen al sí/no. De esta forma hace pareja, establece una relación entre lenguaje y sexo. Podemos pensar que a diferencia, del significante, la letra, toma un solo valor, como lo veíamos en el espacio del Pase sobre los sueños de final de análisis; ahí se trata de un significante en el que ya no se juega este lazo.

Lo propio del lenguaje es hacer metáforas, así introduce la relación, pero, nos advierte Lacan, la metáfora, si bien hace relación, es capaz de confundir “una vejiga y un farol”. Podemos pensar que toma este disparate para poner de manifiesto lo artificial del lazo, y lo efectivo del resultado, ya que la metáfora hace que con el efecto de lo evidente, nos hace perder de vista el hiato entre la vejiga y el farol…

Lo que Lacan muestra es que el significante, con sus metáforas que producen sentido hace existir la relación apoyado en una falacia (vejiga y farol no tiene nada que ver). Entonces se pregunta de dónde viene el fuego del farol, es decir que busca el real en juego en este asunto para orientarse y salir de la falacia. El fuego sería el real dentro de la metáfora-falaz. “Lo real ha de buscarse en otro lado” –no del lado del lenguaje y sus relaciones.

En ese otro lado encontramos la referencia al fuego frío. El calor, a medida que aumenta, conlleva a un desorden creciente. El frío en cierto grado fija, hace de límite. De ahí el fuego frío, como referencia que permite orientarse. En este punto encontramos nuestra frase. Una vez que muestra la falacia que introduce la metáfora, que si bien hace relación, puede hacerla entre ¡una vejiga y un farol! –siempre es entre una vejiga y un farol, en tanto se trata se juntar cosas que en realidad pertenecen a registros distintos…

¿Dónde encuentra  la orientación? “Lo único que hay real es el límite inferior, -dice. Es algo orientador… por eso lo real lo es. Hay una orientación pero esa orientación no es un sentido”.

Si nos dejamos deslizar por lo que nos propone, vamos del sentido (sens), que produce la articulación significante, al sentido que se escribe, como orientación y desembocamos en lo real. El pasaje de un orden al otro lo hacemos de la mano de lo escrito, del significante en tanto letra (sentido y lo que se escribe como orientación en el sentido).

La orientación que Lacan encuentra en lo real, la hace ex –sistir en relación a lo que no es: lo que se define al salir de-: el sentido (sens). Juega con el significante sentido, cuando alude a su propuesta del capítulo anterior: “que el sentido es quizá la orientación”, pero el equívoco nos orienta por la vía del sentido como escrito, que indica la dirección del vector.

La orientación, dirá, excluye la copulación de lo simbólico con lo imaginario, que es lo que constituye el sentido. “La orientación de lo real en mi propio territorio forcluye el sentido”.

Y finaliza el capítulo indicando su horizonte: avanzar hacia la forclusión del sentido por la orientación de lo real. Entonces, lo real como orientación surge a partir del pasaje del sentido (sens) al sentido –que se escribe-como orientación. Por eso lo real ex –siste al sentido. P. 120

 

Para concluir

Volvamos a la frase de Lacan: “Hay una orientación, pero esa orientación no es un sentido… La orientación de lo real, en mi propio territorio forcluye el sentido”.

Al inicio mi trabajo fue empujado por este “hay una orientación” y “esa orientación no es un sentido” sino “orientación de lo real”. 

Después de este recorrido, el punto fuerte de la frase se ha desplazado a otros significantes: territorio y forcluye -al inicio eran orientación y real.

Entiendo que hablar de su “propio territorio” alude a lo que demarca ya su propia enseñanza, a algunas leguas de la de Freud, territorio al que se ingresa por la puerta de su síntoma: lo real.

También el “territorio” resuena con esa zona, ese espacio más amplio al que accedemos con el nudo, por el que cobran ex –sistencia, ocupan su lugar dimensiones y elementos“… El estigma de ese real es no enlazarse con nada: por eso se puede hacer de él una orientación; una vez aislado del entre los otros.

Finalmente, una formulación fuerte: la orientación de lo real requiere un acto singular, una forclusión. Sabemos que en otros momentos Lacan hizo de la forclusión el mecanismo propio de la psicosis… 

Lacan habla de dos posibilidades: la debilidad mental o la locura. Entonces, esta forclusión un poco “prestada”, -tal vez “adquirida” por un análisis- sería  un índice del esfuerzo necesario, si estamos en la debilidad mental, para salir de las redes significantes, que siempre están ahí, tejiendo agazapadas entre los lirios, más y nuevos sentidos.

 

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